En esta intervención, el cirujano realiza primero una micro incisión autosellable, de entre 1.8 y 2.4 milímetros, en el borde de la córnea (la parte frontal del ojo). Luego inserta un pequeño instrumento que utiliza ultrasonido de alta frecuencia, el cual rompe el centro del cristalino opaco y cuidadosamente lo succiona. Aquí radica la gran ventaja de esta técnica, porque permite retirar el cristalino que impedía la visión de forma rápida y segura. Asimismo, la aspiración de los trozos de cristalino al mismo tiempo que es destruido permite disminuir la inflamación ocular.
Una vez que el cristalino opaco ha sido removido, se sustituye con un lente intraocular (LIO), un implante de plástico, silicona o acrílico. El nuevo lente transparente que se coloca en el paciente durante la operación permite que la luz pase a través de la retina y se enfoque adecuadamente. Así, se convierte en parte permanente del ojo.