Es la cirugía más común para resolver la obstrucción de las vías lagrimales y consiste en crear un camino alternativo de salida de las lágrimas hacia la nariz. Es un verdadero “by pass” de la vía lagrimal. Para abrir esta ruta se perfora el hueso de la nariz y se conecta el saco lagrimal con el interior de la nariz. Para mantener abierta esta ruta muchas veces el cirujano deja colocado un fino tubo de silicón que luego se extrae. Existen variantes para realizar esta intervención, como por ejemplo realizar la apertura del hueso con láser o hacerla por vía endonasal (endoscopía) con la participación cirujano otorrinolaringólogo. Esta última alternativa evita la incisión en la piel.
Con esta cirugía se espera conseguir que las lágrimas puedan circular libremente desde los puntos lagrimales hacia la nariz impidiendo que se acumulen en la superficie anterior del ojo, evitando que desborden generando un lagrimeo permanente. La libre circulación de las lágrimas impide que se produzcan infecciones reiteradas y mejora la visión al no quedar estancadas las lágrimas delante de la córnea.