La cirugía del glaucoma tiene como objetivo descender la presión intraocular, facilitando la salida del humor acuoso fuera del ojo, para disminuir el daño progresivo de las fibras del nervio óptico. Para lograrlo se abren nuevas vías de drenaje. La técnica tradicional es la Trabeculectomía, en la cual se extirpa un segmento del trabeculado (que es una pequeña rejilla por donde sale el líquido) obstruido. La perforación se cubre en su parte exterior con un colgajo de la conjuntiva, con lo cual el humor acuoso no puede salir a la superficie y se queda bajo la conjuntiva, donde forma una pequeña burbuja en la que se va reabsorbiendo.
La cirugía convencional es eficaz en un 60 al 80 por ciento para reducir la presión del ojo. Sin embargo, si la nueva apertura para el drenaje se obstruye, tal vez sea necesaria una segunda operación. La cirugía convencional es más eficaz si usted no ha tenido ninguna operación previa de los ojos, tal como una operación de cataratas.
En los casos más graves de glaucoma y en ciertas re-intervenciones se utilizan otras técnicas como el implante de válvulas que drenan al humor acuoso fuera del ojo o la destrucción de una parte del tejido en el que se forma el humor acuoso, ya sea con rayo láser o frío.